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Implante coclear: La esperanza de escuchar

Anthony tiene 4 años y para sus padres, que siempre desearon tener descendencia y llevaron juntos un embarazo sano y feliz, fue una enorme tristeza darse cuenta de que su bebé no reaccionara ante fuertes sonidos y los estridentes ruidos de las bocinas de la motorina de su vecino.

La familia les decía que no perdieran las esperanzas y así comenzaron las visitas al sistema de salud, donde, luego de análisis clínicos y exámenes de rigor, fueron informados: el niño nació con pérdida auditiva grave bilateral y padece sordera profunda. Sus padres, angustiados, recurrieron al servicio de audiología existente en todas las provincias cubanas, donde se realizó la detección y diagnóstico de la pérdida auditiva.

Una vez diagnosticado el déficit severo-profundo del infante, comenzó la rehabilitación auditiva bilateral con prótesis de alta gama, al menos durante seis meses a un año. Los padres, siempre acompañados por los especialistas, pensaron que se resolvería el problema. Se inició, además, un proceso de rehabilitación lingüística, con las consiguientes evaluaciones periódicas.

El tiempo pasó y Anthony no respondió a la intervención multidisciplinaria. La tristeza embargaba a los progenitores, pero los especialistas que lo trataban les explicaron sobre un programa de alcance nacional —totalmente gratuito—, que cuenta con un enfoque multidisciplinario, interinstitucional e intersectorial y un Servicio Especializado de Implante Coclear y Cirugía Compleja de oídos, radicado en el Hospital Pediátrico Universitario Borrás-Marfán, de La Habana. Al articularse con todas las provincias del país, podía evaluar el caso del niño para definir la factibilidad o no de la cirugía de implante coclear, en la que es una premisa el uso de los auxiliares auditivos previos, que ya él estaba utilizando.

Lea más aquí sobre el Programa Nacional de Implantes Cocleares: 25 años transformando vidas.

Para conocer más sobre lo que le sucedía a su hijo, buscaron literatura, siguieron eventos y consultaron diferentes fuentes. En Cuba, entre uno y tres de cada 100 nacidos vivos pueden tener sordera severa-profunda y de ellos solo un 30 por ciento necesitarían de un implante coclear. Aun así, el Programa Nacional es uno de los priorizados por el Estado cubano y su sistema de salud, dada la alta sensibilidad que implica. Hasta la fecha, ya se han realizado más de 500 cirugías de implante coclear, especialmente en la población pediátrica.

Desde el Servicio Especializado de Cirugía Compleja de Oído e Implante Coclear del Hospital Pediátrico Universitario Borrás-Marfán, en el cual radica el Grupo Nacional, el Doctor en Ciencias Antonio Paz Cordovés, presidente de la Sociedad Cubana de Otorrinolaringología (ORL) y Cirugía de Cabeza y Cuello, explicó que para colocar un implante coclear se ejecuta una cirugía, pasando a través del hueso temporal del cráneo, lo cual permite un acceso directo al oído interno.

Una vez allí, se coloca un dispositivo que lanza una estimulación eléctrica, directa al mismo, y estimula directamente las fibras del nervio coclear desde el caracol. La cirugía es delicada y el dispositivo se activará entre una y cuatro semanas posteriores a la intervención, dependiendo de la evolución del paciente.

Según refiere la bibliografía consultada, el primer implante monocanal extracoclear en el país se realizó en 1987 y en 1997 se iniciaron los implantes multicanales intracocleares, por especialistas en ORL y otocirujanos del capitalino Hospital Hermanos Ameijerias, que en un inicio comenzó a utilizarse solo en adultos.

Para el 2001 se extendió a los niños con múltiples discapacidades, entre las que se encuentran la sordoceguera. Según estimados, en Cuba alrededor de 70 a 80 niños son candidatos cada año a un dispositivo implantable de alta tecnología, para lograr la rehabilitación lingüística y la inclusión social.

Este programa, con gran prestigio internacional por la preparación de los especialistas y la disponibilidad de la tecnología más avanzada, hizo posible que luego de casi cuatro largos años Anthony pudiera oír a través de la estimulación eléctrica de las células acústicas dentro del oído interno. Así escuchó la voz de su mamá.

Hoy Anthony escucha y mediante la armónica, pitos, claves y otros instrumentos, aprende a diferenciar los sonidos, se desarrolla satisfactoriamente, juega y participa de otras actividades. Los especialistas reconocen la importancia de la terapia, la relevancia de la ayuda familiar en el seguimiento en el hogar de las prácticas y aprendizaje recomendados por el equipo rehabilitador y los padres que nunca perdieron la esperanza saben que se hará realidad cuando logre una exitosa integración con la familia y próximamente con la escuela.

 

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