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A 150 años del fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina: ni olvidados ni muertos

Este 27 de noviembre se conmemora el 150 aniversario del infame fusilamiento de los 8 estudiantes de medicina, ultimados por el colonialismo español.

Desde la madrugada de este sábado por algunas de las principales avenidas de La Habana pueden verse cientos de jóvenes caminando en grupos. Llevan banderas en sus manos, y carteles. Después de casi dos años marcados por un fuerte aislamiento preventivo debido a la  expansión de la COVID-19 en Cuba y tras fuertes tensiones políticas aupadas desde el exterior, conmemoran una fecha que inspira al estudiantado cubano en su vocación anticapitalista: el homenaje a los ocho estudiantes de medicina asesinados un día como hoy pero de 1871.

Era un nuevo preludio de laureles este mes del 27 luctuoso, «día sangriento en que una tumba rifó la vida y gozó la muerte de los ocho estudiantes de la Universidad de La Habana, cuando la historia, esa espiral que no termina, colocaba en la Cuba del siglo XXI a los herederos de los voluntarios que sirvieron a los colonialistas españoles.

A estos nuevos rayadillos, al igual que aquellos, les esperaba la derrota en las calles, plazas y campos, más de una vez regados por la sangre de los mejores hijos de Cuba.

Acusados de haber rayado el cristal de la tumba de un periodista español enemigo de la independencia, Don Gonzalo de Castañón, «hombre de odio» como lo calificara José Martí, un grupo de jóvenes estudiantes de Medicina, escogidos al azar entre los inculpados, fueron fusilados el 27 de noviembre de 1871.

El Cuerpo de Voluntarios en La Habana, para quienes Don Gonzalo era un ídolo, prácticamente levantado en armas contra las autoridades colonialistas, logró llevar a juicio a toda una clase de estudiantes.

Años después, cuando el hijo del periodista hispano fue a extraer del nicho los restos de su padre para llevarlos a España, declaró que el ataúd estaba intacto y que no había ocurrido profanación alguna.

Todo había sido un pretexto, hijo del deseo de los integristas de saciar la sed de venganza contra los cubanos independentistas. Las calles de La Habana fueron testigos de la furia desatada por los servidores del poder hispano, entre ellos no pocos cubanos que habían escogido el camino y la «gloria de los apóstatas».

El Comandante del Ejército Libertador J. Buttari Gaunard, quien fuera secretario de José Martí, refiriéndose a los cubanos al servicio de la metrópoli colonialista, decía en su libro Boceto Crítico Histórico: «¡Oh vergüenza! Guerrillero hubo, criollo muy criollo, que, imitando el acento español, prometía a la dueña de sus pensamientos, traer las orejas del primer mambí con que se tropezase».

Cuba no olvida a sus muertos. La historia sigue hablándonos.

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