La COVID-19, con una gravedad que requiere hospitalización, se asocia comúnmente con daño renal agudo. Sin embargo, aún no está claro si la COVID-19 conlleva afecciones renales a largo plazo en la población general.
Se realizó un estudio de cohorte emparejado de base poblacional. Con la aprobación del NHS England, se utilizaron historias clínicas electrónicas de atención primaria y secundaria de Inglaterra mediante la plataforma OpenSAFELY-TPP. Se compararon personas con y sin COVID-19 mediante modelos de Cox estratificados, totalmente ajustados y específicos de causa para la insuficiencia renal, la reducción del 50 % de la función renal y la muerte.
En general, todas las afecciones aumentaron tras la COVID-19 a lo largo del seguimiento (HR para insuficiencia renal: 1,93 [IC del 95 %: 1,84-2,03]). El riesgo de insuficiencia renal fue mayor tras la hospitalización (HR 7,74 [IC del 95 %: 7,00-8,56]) y se mantuvo elevado tras 180 días de seguimiento. No se observó un mayor riesgo en los pacientes no hospitalizados (HR 0,85 [IC del 95 %: 0,79-0,90]).
El aumento de la insuficiencia renal fue más pronunciado en la etnia negra (HR 4,50 [IC del 95 %: 2,92-6,92]) que en la etnia blanca (HR 1,82 [IC del 95 %: 1,71-1,94]). Entre los pacientes hospitalizados con COVID-19, no se observó una atenuación de la insuficiencia renal entre la primera ola (HR 8,74 [IC del 95 %: 6,88-11,08]) y la ola Ómicron (HR 8,36 [IC del 95 %: 6,81-10,27]).
En este estudio se observó un aumento en la incidencia de enfermedades renales a largo plazo en personas hospitalizadas con COVID-19, así como diferencias étnicas notables. Estos resultados sugieren que se deben seguir optimizando las estrategias para minimizar la incidencia de casos graves de COVID-19 en los grupos vulnerables, y que la función renal debe monitorizarse proactivamente tras el alta hospitalaria.
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