Datos y cifras
- En 2019 había en el mundo 18 millones de personas con artritis reumatoide (1).
- Alrededor del 70% de las personas que tienen esta enfermedad son mujeres, y el 55% son mayores de 55 años (1).
- La artritis reumatoide causa síntomas moderados o graves a 13 millones de personas, que podrían aliviarse con rehabilitación (2).
- Aunque la artritis reumatoide es una enfermedad autoinmunitaria sistémica que ataca a varios sistemas corporales, la afectación más frecuente es la de las articulaciones de las manos, las muñecas, los pies, los tobillos, las rodillas, los hombros y los codos (3).
La artritis reumatoide es una enfermedad crónica que provoca inflamación en todo el cuerpo y, por lo general, dolor en las articulaciones.
Si no se trata, la artritis reumatoide puede dañar gravemente las articulaciones y los tejidos circundantes y causar problemas cardíacos, pulmonares y del sistema nervioso.
Sus síntomas más frecuentes son dolor crónico, rigidez, sensibilidad, calor e hinchazón articular. Además, puede dificultar el movimiento y las actividades cotidianas.
No se conocen sus causas, pero sí sus factores de riesgo, como el tabaquismo, la obesidad y la contaminación atmosférica, y también se sabe que las mujeres y las personas mayores corren más riesgo de contraerla.
Si se diagnostican a tiempo, los síntomas y la evolución de la artritis reumatoide pueden controlarse con medicamentos. Además, la rehabilitación (que incluye emplear productos de apoyo) permite mantener un nivel óptimo de actividad. Cuando una articulación resulta dañada de gravedad, se pueden practicar intervenciones quirúrgicas, como la sustitución articular, para restablecer el movimiento, aliviar el dolor y mantener la funcionalidad.
La artritis reumatoide suele debutar en la sexta década de la vida y afecta entre dos y tres veces más a las mujeres que a los hombres. Es más prevalente en los países industrializados, debido a factores demográficos (la edad media es más elevada en estos países), a la exposición a toxinas del entorno y a los hábitos de vida, pero muchos casos que se dan en los países de ingresos medianos y bajos no se diagnostican.
Signos y síntomas
La artritis reumatoide causa inflamación y dolor en una o varias articulaciones. Aunque puede afectar a cualquier articulación, es más frecuente en las pequeñas articulaciones de manos, muñecas y pies.
La artritis reumatoide es crónica y, si no se trata, se puede agravar con el tiempo. Puede afectar gravemente al sistema inmunitario y dañar el corazón, los pulmones y el sistema nervioso.
Sus signos y síntomas tempranos son:
- dolor
- rigidez
- sensibilidad
- hinchazón o enrojecimiento en una o más articulaciones, normalmente en los dos lados (por ej., ambas manos o ambos pies).
Los síntomas pueden empeorar con el tiempo y extenderse a otras articulaciones, como las rodillas, los codos y los hombros, dificultando la realización de tareas cotidianas como escribir, sujetar objetos con las manos, caminar o subir escaleras.
Los afectados suelen sentir cansancio, malestar general (por ejemplo, fiebre, problemas de sueño, pérdida de apetito) y síntomas depresivos.
El dolor y la dificultad para moverse pueden perjudicar la actividad sexual y las relaciones íntimas y causar una reducción de la forma física, dependencia, incapacidad laboral, pérdida de bienestar y problemas de salud mental.
Causas y factores de riesgo
Aunque todavía no se saben las causas específicas de la artritis reumatoide, se conocen varios factores de riesgo sobre los que se puede actuar cambiando de hábitos (por ejemplo, sobre el tabaquismo y la obesidad) y otros en los que, en cambio, no se puede intervenir (como la herencia genética, el sexo femenino y la edad).
Prevención y control
Se han propuesto varias estrategias básicas de prevención para evitar que aparezca esta enfermedad o para contener su evolución, como evitar la inhalación de sílice u polvos, así como otros riesgos laborales, y modificar ciertos hábitos (por ejemplo, no fumar o dejar de hacerlo, llevar una alimentación saludable, realizar actividad física, controlar el peso corporal y mantener una buena higiene dental). Asimismo, algunos datos indican que la lactancia materna puede proteger a las mujeres.
Atención y tratamiento
La artritis reumatoide no tiene cura, pero sus síntomas se pueden aliviar. Con ese fin, distintos profesionales de la salud guían al paciente en un proceso de rehabilitación individualizado según sus necesidades y preferencias.
El diagnóstico y el tratamiento precoces pueden aliviar los síntomas, retrasar el avance de la enfermedad y prevenir la discapacidad. En algunos casos, la enfermedad puede remitir.
Los tratamientos ayudan a mejorar y mantener la movilidad articular y la fuerza muscular, a reducir y soportar el dolor y a aumentar la capacidad de hacer actividades cotidianas y ejercicio físico.
Las tecnologías de apoyo, como las ortesis y los productos de apoyo para el cuidado personal ayudan a proteger las articulaciones y a realizar actividades con eficacia y autonomía.
Se pueden prescribir medicamentos para reducir la inflamación, el dolor y la hinchazón:
- antiinflamatorios no esteroideos
- glucocorticoides
- fármacos antirreumáticos modificadores de la artritis reumatoide
- agentes biológicos.
En los casos graves, la cirugía ortopédica puede reducir el dolor y restituir el movimiento, si bien es importante completar la rehabilitación tras la intervención para obtener unos resultados óptimos.
Los pacientes deben llevar un estilo de vida saludable y se les ha de brindar información y asesoramiento para ayudarles a controlar los síntomas y realizar sus actividades laborales.
Cuidados personales
La artritis reumatoide es una enfermedad crónica que afecta a muchos aspectos de la vida. A menudo, los afectados y sus familiares deben cambiar de hábitos.
Si se les brinda información y ayuda, las personas con artritis reumatoide pueden aprender estrategias para hacer frente a la enfermedad. Es importante mantener hábitos saludables, la actividad física regular y una alimentación adecuada.