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Ciego de Ávila vs. COVID-19: En enero como en septiembre

Podríamos decir que se trata de una situación sanitaria compleja, difícil, y todavía estaríamos debiéndole precisión al escenario epidemiológico actual.

Los lectores asiduos de la cobertura sobre COVID-19 en Invasor perdonarán que lleguemos con el análisis del mes de enero un día después. Sin dudas, la reunión de trabajo que tuvo lugar ayer en Ciego de Ávila, presidida por el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez, es la mejor antesala para este resumen.

No estuve allí, pero puedo imaginar el tono serio y de reprimenda con que el doctor Roberto Morales Ojeda, vice primer ministro del país, criticó la situación sanitaria en la provincia, al cierre del segundo peor mes durante todo el enfrentamiento a la epidemia aquí.

Dijo Morales Ojeda que Ciego de Ávila no había aprendido las lecciones dejadas por el anterior rebrote (entre agosto y noviembre), y que estábamos repitiendo los mismos errores. Algo reconocido por las máximas autoridades en su informe de presentación y que, además, se puede palpar en el día a día del territorio.

En enero volvimos a tropezar con problemas organizativos y logísticos, traducidos en la tardanza a la hora de recoger las muestras para PCR (o informar sus resultados), el aislamiento oportuno de los contactos, el traslado de positivos hacia los centros de salud, la pesquisa a la población estratificada, a lo que se añadió el deficiente control de los viajeros en las comunidades (un asunto que, inicialmente, parecía resuelto, pero luego reveló las fallas del proceso).

La crítica dejada por la dirección del país este lunes viene a confirmar una hipótesis que llevo años ejemplificando. En Cuba, en Ciego de Ávila, se logran los imposibles: digamos, un laboratorio de Biología Molecular en medio de una profunda crisis económica; o el mantenimiento de una decena de centros de aislamiento (con garantía de comida, servicios básicos de salud).

Sin embargo, lo puramente organizativo, el estricto cumplimiento de lo que corresponde a cada quien, se traba. Desde el flujo de la información hasta el nivel de responsabilidades. Los casos de la “vida real” abundan: pacientes positivos de alta clínica cuyos contactos continúan aislados y sin PCR, resultados de laboratorio que no se informan a menos que los afectados se quejen, instancias provinciales atendiendo casos de la competencia de las áreas de salud.

Poniendo por delante estas fallas, y admitiendo que el paso a la Fase de Trasmisión Autóctona Limitada no significó un cambio radical en la percepción del riesgo y, por ende, en la conducta de una buena parte de la población, es que podemos entender lo sucedido en este inicio de 2021.

– Enero terminó con números de espanto. Con los seis casos positivos informados el día 31, tres de ellos autóctonos y tres importados, la provincia acumuló 460 infectados con el SARS-CoV-2 en el primer mes del segundo rebrote.

– Tal cifra de diagnosticados se acercó mucho al acumulado de septiembre (491), el mes más aciago en el enfrentamiento a la COVID-19 aquí (porque se produjeron, además, 15 fallecimientos). O sea, el inicio de 2021 está tejiendo su propia historia y, otra vez, las palabras comienzan a quedarse pequeñas. Podemos decir que se trata de una situación sanitaria compleja, difícil, dura, y todavía estaríamos debiéndole precisión al escenario epidemiológico actual.

– Tal cual se aprecia en el gráfico, la secuencia de casos positivos de enero fue ascendente, con un pico máximo de 54 contagios confirmados el penúltimo día del mes. Esta cifra es, por cierto, el pico máximo de toda la epidemia. El anterior databa, curiosamente, del 30 de septiembre (50 casos).

– También la tasa de incidencia acumulada, reflejo de la complejización del panorama sanitario, fue in crescendo. Si el 1ro. de enero ostentábamos un 0.92 por cada 100 000 habitantes (entre las más bajas de toda la epidemia), el 31 de enero cerró con un 57.7.

– Del total de confirmados en enero, el 54,56 por ciento (251) son del sexo femenino y el 45,44 por ciento (209), masculino. Como hemos señalado en otras notas, esta tendencia demográfica solo se vio interrumpida en el primer rebrote, luego de abierto el evento de trasmisión institucional en Canaleta.

– Se ratifica, por tanto, que el contagio en Ciego de Ávila es femenino y apunta a una mayor movilidad de las mujeres, que son, también, las encargadas del cuidado del hogar, los niños y los ancianos, por lo general. Un dato puede ilustrar mejor esta afirmación: 189 de las 251 féminas positivas en enero tienen entre 19 y 60 años de edad; el resto son 31 en edades pediátricas y 31 mayores de 60.

– En sentido general, se contabilizan 73 niños y adolescentes contagiados en el primer mes del año (35 varones y 38 hembras). Los menores diagnosticados en enero ya son cinco veces más que los hospitalizados entre marzo y mayo; y superan por 12 los confirmados entre agosto y noviembre. De manera general, los menores de 10 años son los que más se contagian y, aun cuando la mayoría evoluciona favorablemente, por primera vez dos menores avileños estuvieron reportados de grave. Tal comportamiento del contagio motivó, incluso, un llamado de atención de la Fiscalía provincial.

– Aunque el núcleo duro del contagio en el segundo rebrote se ha mantenido en tres municipios: Morón, Ciego de Ávila y Majagua, el resto de los territorios tiene casos que modifican sus indicadores. De hecho, todos tienen tasa de incidencia para Etapa Epidémica. Al cierre del 31 de enero, esta era la distribución geográfica.

– Las estadísticas oficiales hacen un distingo entre casos autóctonos e importados, y solo los primeros modifican la Tasa de Incidencia Acumulada —la de los últimos 15 días es de 60.46 por cada 100 000 habitantes, entre las más altas de toda la epidemia en la provincia—. Sin embargo, en buena medida, esta tercera ola de contagios vino de la mano de los viajeros internacionales (ciudadanos cubanos residentes en el exterior o no).

– Al cierre de enero, es evidente que el incumplimiento de los protocolos sanitarios definidos para los viajeros generó una explosión de casos, a partir de cadenas de contagio bastante amplias: 175 casos importados conectaron a 429 contactos positivos. Solo en 31 pacientes no fue posible determinar la fuente de infección.

– La dispersión geoespacial marcó el mes de enero. Al cierre del día 31 se contabilizaban unos 200 controles de foco activos, la mayor cifra en todo el enfrentamiento a la epidemia.

Como decíamos al principio, la situación sanitaria, desde el punto de vista estadístico, al cierre de enero es similar a la de septiembre (y muchos no queremos recordar ese mes). Las diferencias, además del número de fallecidos (uno en enero contra 15 en septiembre), estriban en que hoy no se ha abierto ningún evento de trasmisión, lo cual tiene pros y contras. Por una parte, indica que el contagio se ha mantenido circunscrito a pequeños núcleos, pero, por otra, incrementa el número de controles de foco y obliga a multiplicar esfuerzos, y recursos humanos y materiales.

Yo sigo repitiéndome, y habrá quien crea es matraca mía, no importa. Antes y ahora, lo que está en juego es la vida.

Ver gráficos y tabla

Sayli Sosa Barceló

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