De la COVID-19 hay que hablar en presente y, si alguien lo olvidó en los últimos días del año, el inicio de 2021 viene a recordarlo con 32 controles de focos abiertos, 39 casos activos, tres manzanas con restricción de movimiento, y el reto inmenso de controlar a los viajeros en su comunidad cuando las estadísticas indican que cerca de 1000 han tocado suelo avileño en los últimos días.
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En lo que pudiera entenderse como una tercera ola de la enfermedad existen varios puntos neurálgicos, pues si bien ningún control de foco ha derivado en evento caminamos en la cuerda floja y así lo demuestran tres casos positivos sin fuente de infección precisada hasta la fecha, uno de ellos en Majagua que con síntomas respiratorios acudió al servicentro de ese municipio a trabajar, y el cierre de la escuela Rubén Martínez Villena, en la ciudad capital, para llevar a cabo un estudio en profundidad luego de detectarse un alumno positivo.
Además, las zonas de Arnaldo Ramírez y Pasaje F, en el municipio cabecera, y Carlos Len, en Morón, están bajo la medida de restricción de movimiento debido a la complejidad epidemiológica que presentan. Sin embargo, con una tasa de incidencia acumulada en los últimos 15 días de 3. 22 cada 100 000 habitantes los indicadores se mueven todavía en zona de confort, pero no habría que ser experto para dilucidar que en los próximos días las cifras no descenderán por sí solas y el trabajo intersectorial definirá si el contagio se queda en el núcleo familiar o sale a la calle.
Por eso, Ángel Batista Díaz, director provincial de Salud, insiste en que la provincia ha decido mantener en la Nueva Normalidad centros de aislamiento para sospechosos, contactos y personal al frente de las acciones de enfrentamiento en el motel Las Cañas, Ceballo 8 y La Rueda, en ese orden, porque se ha demostrado su efectividad para evitar cadenas de enfermos.
El aumento de los casos autóctonos con respecto a los importados en los últimos días nos da la medida de la necesidad de reforzar las medidas de Control Sanitario Internacional y la vigilancia en la comunidad. Solo el trabajo intersectorial nos permitirá saber con exactitud qué pasa en cada barrio. En cuanto a la prueba PCR del quinto día estamos al día, gracias a la productividad del Laboratorio de Microbiología en el Hospital Provincial Roberto Fernández, que procesa un promedio diario de 1000 pruebas.
Se insiste en mantener la pesquisa activa en las zonas de mayor complejidad y la inspección sanitaria estatal continúa encontrando fisuras, al punto, de que, de 205 centros visitados, 18 han sido obligados a paralizar su actividad, y se han aplicado 64 medidas y 46 multas, que oscilan entre los 50 y los 300 pesos.
Hospitales por dentro
Porque haber experimentado en carne propia las consecuencias de dos brotes intrahospitalarios es que Ciego de Ávila no puede permitirse los mismos errores y esa certeza se lleva a punta de lápiz en los dos hospitales provinciales con tal de mantener la prestación de servicios con la bioseguridad requerida.
En este entramado es el Hospital Provincial Roberto Rodríguez, de Morón, el que asumirá el peso de la atención a pacientes positivos asintomáticos y sin comorbilidades, así como a los sospechosos, experiencia ensayada durante el rebrote y que deberá consolidarse ahora, luego de unas cuantas lecciones aprendidas.
Al respecto, el doctor Juan Carlos Villares Parejo, director de esta institución, explicó que están ingresados hasta la fecha 24 positivos y la disponibilidad de camas asciende a 60. De ellas 11 están prevista para la atención a personas graves, que puedan ser sospechosas de la enfermedad y necesitar cuidados especiales en lo que un PCR confirma o descarta la enfermedad.
De ser necesario podemos extender la capacidad hasta 170 sin tener que parar el resto de los servicios. Se trata de hacer sostenible la atención y los recursos humanos.
Como norma se estudian de modo aleatorio a trabajadores, profesionales vinculados a los servicios de mayor sensibilidad, personas con fiebre o síntomas respiratorios con un margen de 50 pruebas diarias.
Quizás como nunca antes, en cumplir los protocolos de bioseguridad se cifra el éxito. Digamos que en lo adelante las entradas y salidas de quienes atienden casos confirmados ya no dependerán del aislamiento o de un PCR, sino que cada quien se irá a casa después del trabajo y hacerlo con confianza depende del desempeño dentro de esas cuatro paredes.
Entonces cumplir los flujogramas, usar debidamente los medios de protección y no violar ningún paso ante el filtro sanitario serán parte del día a día y de la autorresponsabilidad individual.
En caso de que la situación sanitaria empeorara, se valora también la posibilidad de alistar la Sala de Rehabilitación, cerrada por su deterioro, para que funcione allí el servicio de Neurocirugía y evitar así el traslado de los profesionales y pacientes hasta el municipio cabecera.
Desde el Hospital Antonio Luaces Iraola la prevención se entiende también en los términos de mantener el distanciamiento físico y cumplir con las medidas sanitarias. Por eso, Alberto Moronta Enrique, director del centro, explica que se prevé otorga turnos de manera escalonada en el área de Especialidades con tal de que el paciente ingrese al inmueble en el momento de la consulta.
Además, se evalúa que especialidades deberán funcionar en los policlínicos y a cuáles se le incrementará su frecuencia en la proyección comunitaria, con tal de despejar el lugar.
De modo general las visitas están prohibidas, tendrán acompañantes solo aquellos pacientes que por su condición lo requieran, se ha activado la función de los mensajeros como intermediarios entre las familias y las necesidades de quienes permanecen ingresados, y se mantienen los pasos podálicos y la desinfección de superficies.