Los trastornos de salud mental son altamente prevalentes en el mundo, principalmente en países de ingresos medios y bajos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como un estado de bienestar físico, social y mental, el cual no es únicamente determinado por la ausencia de patología, sino también por la promoción de una salud integral y de bienestar.
De esta manera, la salud, debiera ser abordada en función de su complejidad y no solo desde un enfoque biomédico.
La salud se ve influenciada por las condiciones biopsicosociales en las que se desenvuelven las personas. Por ello, en el 2005, la OMS estableció la Comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud, los cuales son definidos como aquellas condiciones en que las personas viven, nacen, crecen, envejecen, trabajan y se desenvuelven cotidianamente, incluido su sistema de salud.
Estas circunstancias impactan en la salud y explican muchas de las inequidades sanitarias existentes, que aumentan o disminuyen el riesgo de enfermar.
En este artículo se expone la evidencia sobre la implementación de políticas públicas en salud mental, con el objetivo de describir los avances y los desafíos para poner en marcha el modelo biopsicosocial y comunitario principalmente en Latinoamérica. Se realizó una revisión teórica de artículos indexados en Web Of Science, Scopus, PubMed y SciELO. Se incorporaron informes y programas gubernamentales. Los determinantes sociales impactan a la salud mental, la pobreza aumenta significativamente el riesgo de desarrollar una psicopatología. Por ello, la Organización Mundial de la Salud insiste en la necesidad de adoptar un paradigma biopsicosocial para enfrentar los desafíos de salud mental. Alrededor de un tercio de los países, todavía no cuenta con una política nacional de salud mental y existen grandes disparidades de financiamiento y cobertura para la población entre países de ingresos altos y bajos. Particularmente de Latinoamérica, los resultados ilustran un avance en países de ingresos medios y bajos, en elaborar programas de salud mental desde un enfoque comunitario y biopsicosocial. Sin embargo, presentan desafíos en su operacionalización, financiamiento y adaptación a sus realidades socioculturales. La evidencia indica que para avanzar desde un paradigma biomédico hacia uno que incorpore los determinantes sociales de la salud, no se deberían mantener idénticas estrategias en comunidades distintas, puesto que las necesidades de países de ingresos bajos y medios difieren a las de países de ingresos altos. Por ello, resulta fundamental aumentar la investigación local para generar evidencia que refleje las necesidades nacionales en materia de políticas públicas en salud mental.
Ver artículo completo en español: