A 38 años de la creación del Programa del Médico y la Enfermera de la Familia en Cuba, elogiamos el trabajo de una doctora avileña que merece todos los reconocimientos.
Trato amable y delicadeza, cartas de presentación de la doctora María Victoria. Dicen que es mejor llegar a tiempo que ser convidados. Aquel día yo iba buscando un consultorio médico donde poder hacer una foto para la crónica por el Día de la Medicina Latinoamericana, que publicaría Invasor el 3 de diciembre.
Obviamente fui al mío, el más cercano, buscando a Alejandro, un joven doctor que me curó la calma en los peores momentos de la COVID-19; mas no estaba. Al fin disfrutaba de las vacaciones pendientes desde aquel agosto de 2021, en que la pandemia lo obligó a salir del aula y entrar en zona roja.
Me alegré por Alejandro, aunque no pude evitar sentirme frustrada porque el cierre de la edición apremiaba y yo no tenía la dichosa foto. Una no quiere captar un momento que no signifique nada; por el contrario, siempre se busca retratar a quien reúna en sí la esencia de las cosas. Así, con esas urgencias, llegué al consultorio número 10, en Vista Hermosa, y dudé en si podía interrumpir a la doctora, que parecía abrumada entre historias clínicas y estudiantes de Medicina. Pero no tenía opción.
Con más penas que decisión interrumpí. Me presenté, me expliqué, me disculpé, dije que sería solo un instante, un segundo. Y ella que claro, que cómo no, que qué honor. “¿Dónde me pongo?”, preguntó. Y yo, apurada, “aquí mismo, con la mano y el estetoscopio así”. Listo.
Cuando ya me iba, deshaciéndome, otra vez, en disculpas por el tiempo robado, la petición de que no me fuera, que esperara el brindis. ¿Brindis? Con mi “sesión de fotos” había interrumpido, nada más y nada menos, que el ejercicio final de graduación de algunos estudiantes y la doctora, tan amable, como si no fuera un exabrupto.
Junto a ella, las doctoras Magaly Gómez Verano, Tania Galván Noa y Katia Villamil Fumero, evaluaron a los futuros galenos, sin condescendencias porque la salud no admite términos medios, pero sin rigideces, porque el aprendizaje es cosa de todos los días y esa es la primera de todas las lecciones recibidas.
Luego yo sabría que el verdadero lugar de la doctora María Victoria Barrabí Barreras es en un pedestal. Todos los años dedicados a la medicina familiar, a ver una y otra vez los mismos rostros, las mismas dolencias, a emitir recetas, a seguir en la corta distancia el crecimiento de los niños y niñas que conoció a las ocho semanas de gestación, a certificar el fallecimiento de su gente más próxima.
La encontraría en Google, con una ponencia de 2020, en la I Jornada Virtual de Medicina Familiar en Ciego de Ávila. Su investigación concluyó que “las úlceras por presión son más frecuentes en mujeres y en los pacientes adultos mayores de 75 años, la incontinencia mixta y la inmovilidad total son los factores de riesgo que más influyen en su aparición”. Mujeres y adultos mayores que demandan tanto tiempo en consulta.
También hallaría referencias en una crónica desgarradora de mi colega Ailén Castilla, justo cuando la COVID-19 se ensañaba más con este pueblo. “Mi otra vecina anciana se quedó sola en casa; su esposo e hijos son positivos y me ha tocado, al menos, alcanzarle agua potable cada dos días. Solo la doctora del Consultorio del Médico y la Enfermera de la Familia No. 10, María Victoria Barrabí Barreras, la visita, y nos preciamos de su valía. Luego supe que su estela de reconocimientos es grande e incluye el de Mejor equipo básico de salud en el año 2018 y otro por su papel en el enfrentamiento al virus al final del segundo rebrote en la provincia”.
Los créditos de la citada ponencia son muy elocuentes. La doctora Vicky, que así la llaman sus más allegados, es especialista de Primer grado en Medicina General Integral y Profesora Instructora de la Universidad de Ciencias Médicas de Ciego de Ávila. Ello sugiere que comparte su tiempo entre el consultorio y el aula, que está todos los días llevando a la teoría su práctica consuetudinaria… y viceversa.
¿Cuántas horas dedicadas a servir a los demás? ¿Cómo no quitarse la bata de médico al llegar a casa? ¿Cuál es la fórmula para sobreponerse a las estrecheces y recibir a todos con una sonrisa, incluso abrumada por historias clínicas, recetas, terreno, vacunación, pesquisaje, programas priorizados, interconsultas, promoción de salud, formación y docencia…?
Dicen que es mejor llegar a tiempo que ser convidados. Lo comprobé el día que conocí a la doctora Barrabí Barreras.